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1.- MARRAKECH Y
MARRUECOS
Marrakech, capital del norte
africano varias veces en su historia, ha dado su nombre al país del que
hoy es una de ciudades con mayor personalidad e interés, Marruecos.
El origen de esta región está
vinculado al pueblo bereber, desde lo mas antiguo. Un pueblo de origen
desconocido, que aún no se sabe si vincularlo geográficamente al Caucaso,
o relacionarlo por su lengua semítica y diversa a otras lenguas inciertas
como incluso el vasco. En todo caso los bereberes aparecen relacionados en
época romana, y a este periodo pertenece su primera vinculación a la
"institucionalización" del país, cuando el emperador Augusto
se ocupó de educar en Roma a Juba II, hijo de un rey bereber y que
acabaría casado nada menos que con una hija de Marco Antonio y Cleopatra;
él puso en marcha el Reino de Mauritania que se extendía hasta el
Mediterráneo; con Calígula se perdió la autonomía del reino, que pasa
a ser colonia del Imperio.
Con la caída romana por las
invasiones bárbaras, está zona vuelve a una situación de tribus
divididas y en lucha hasta la conquista árabe, y su consolidación a lo
largo del s.VII, no sin la resistencia pertinaz bereber, que consiguieron
mantener algunos reinos independientes y rebeldes al Califa de Bagdad.. En
ese periodo los árabes se ocupan también de conquistar y colonizar
Hispania. Pero, para el comienzo del nuevo milenio, el pueblo bereber
había sido ya islamizado, y prácticamente en adelante serán los
principales defensores de un islamismo ortodoxo, puro, y ello les llevará
a protagonizar algunos de los momentos claves de los siglos siguientes.
Entre 1050 y 1060, los almorávides
(al-morabitun, "los del ribat", grupo tribal) habían conseguido
conquistar los territorios del sur y medio Marruecos actual, y para
controlar las rutas clave, Yusuf Ben Tasfin construye alcazaba y mezquita
en un lugar estratégico cercano del Gran Atlas: Marrakech. Desde allí
organizará la definitiva conquista del norte, llegando hasta Argel. Sin
embargo, la Reconquista en España llama su atención, así como la
decadencia de los reinos árabes, y ello le lleva a desembarcar en
Algeciras en el 1086, a derrotar a Castilla y a condenar a la vez por
impíos a los sultanes sureños, sentando las bases para enlazar con la
cultura de la rica Al-Andalus. Su hijo, Ali Ben Yusuf, fue quien lo
llevó a cabo, trasladando hasta Marrakech lo mejor de los pensadores y
artistas, embelleciendo la ciudad, desarrollando los sistemas de riego,
etc, y aguantando también ya el empuje de una nueva tribu, que reclamaba
el retorno al origen del ascetismo musulmán. Serán los almohades
("por la unidad de Dios", origen de su nombre), que conseguirán
entrar en Marrakech en el 1147, proclamándose Abd al-Mumin como "príncipe
de los creyentes" y dejando a su muerte un reino que abarcaba de Andalucía a Mauritania y a Trípoli. De esta época, proceden la Koutoubia
y mezquita, como la Giralda de Sevilla que sigue el modelo de la anterior,
mas grandilocuente aún. Cenetes y benimerines fueron sucesivas tribus
bereberes, los últimos bereberes que rigieron el país y con las que el
Reino fue decayendo, hasta la llegada a mediados del s.XV de los saadies,
de origen árabe.
Estos llegaron declarando la "yihad",
la guerra santa contra españoles y portugueses, pero no pudieron evitar
el fin de Al-Andalus, y con ello las posibilidades de un nuevo imperio se
dirigieron al sur, hacia las rutas de un próspero comercio que llegaba
mas allá del Sahara, desde el oro de Sudán, lo que conseguiría a
finales del 1590 Al Mansur, conocido por ello como el Victorioso o el
Dorado. En Marrakech el éxito se celebró construyendo el suntuoso
Palacio El Badi y las tumbas saadíes. A su muerte, la sucesión se
convirtió en largas guerras fratricidas, tan solo acabadas con una nueva
familia, los alauis, en el 1666, trasladando la capital a Fez, e
iniciándose la decadencia de Marrakech, con algunos momentos posteriores
de esplendor, como la segunda mitad del XVIII, bajo el reinado de Sidi
Muhammad Ben Abdallah, con cuyo mandato el reino prosperó y se ocupó de
mejorar ciudades como Marrakech.
El periodo colonial europeo tuvo
especial protagonismo por Francia, con la conquista de Argelia en 1830 y
lo que ello influyó sobre el país vecino, en el que la presencia de
portugueses y españoles también fue importante, legitimándose el
"Protectorado de Marruecos" con el Tratado franco-español de
Algeciras, en el 1906. A la presencia colonial, se unían las revueltas
bereberes, protagonistas de focos de insurrección tan sangrientos como la
batalla de Annual en 1921, con 12.000 muertos españoles, y consiguiéndose
una pacificación difícil tras un nuevo tratado franco-español en 1925
que llevó a la derrota de los rebeldes en el 1926. Durante la
colonización francesa, y de la mano del Mariscal Lyautey, llegaron los
conceptos urbanísticos europeos a Marrakech, diseñándose el nuevo
barrio del Guéliz, y el entronque con la ciudad vieja o medina, se
desarrolla un transporte urbano, se abren bancos, comercios a la europea y
hoteles, como el famoso Mamounia, acabado en 1929, sobre lo que había
sido el Palacio alauí de Ma´mun.
Ya finalmente, la II Guerra Mundial,
de la Marruecos fue también escenario, al desembarcar en ella los
aliados en 1942 y tener en primer lugar que enfrentarse al Gobernador
francés fiel al régimen de Vichy. A finales de 1943 los nacionalistas
consiguen reunirse en torno al sultán Muhammad Ben Yusuf, fundando un
partido independentista el Istiqlal. El sultán será expulsado por
Francia en el 53, y ello solo provoca revueltas generalizadas, que obligan
al retorno del sultán, reconociendo Francia la independencia de Marruecos
el 2 de marzo de 1956, proclamándose rey al sultán, bajo el nombre de
Mohamed V, a quien sucederá en 1961 su hijo Hassan II, y a su muerte en
1999, será a su vez su hijo y actual rey Mohamed VI; Hassan II inicia un
lento camino de modernización del país, de apertura del país a un
sistema político que se aleja de formas tradicionales y se aproxima a las
democracias occidentales, algo para lo que aún resta tiempo para su hijo
y actual rey, sometido a las dudas y la presión del mundo musulmán mas
ortodoxo.
Marruecos es a comienzos el s.XXI un
país de enormes contrastes, de gentes muy ricas en un escenario de
pobreza enorme, de grandes desigualdades por tanto. Con una ciudad en la
que especialmente los occidentales se han volcado, Marrakech, con
inversiones enormes que se anuncian aún mayores, apoyándose desde la
Corona la urbanización de grandes zonas peri-urbanas a disposición de
los inversores (sean para industria o simples residencias), como
igualmente la medina se transforma a veces imperceptiblemente como es en
la restauración de un número ya muy grandes de palacetes turísticos
(los riads), o en la presencia en la ciudad de las grandes cadenas
internacionales de hoteles, como de comercios. Un país, y una ciudad, con
un enorme potencial joven, con mas del 55% de la población menor de 25
años, y cuya sola presencia, número y aspecto, manifiesta que van a
protagonizar sin duda los grandes cambios venideros en Marruecos...
2.- VIDAS EN MARRAKECH
Vidas, en plural.
Hay vida diurna, de la mañana, del
atardecer y vida nocturna. Vida del año "normal" y vida durante
el Ramadán. Vida de la persona joven y de los mayores, vida de los
hombres y vida de las mujeres. Hay muchos códigos de vida, y es imposible
conocer todos. Simplemente, como todo buen marroquí, disfrutemos con lo
que encontremos en nuestro camino. La ciudad, la vida en sus calles es un
espectáculo humano. Esa riqueza se puede disfrutar a cualquier hora y en
cualquier lugar.
Marruecos es un país donde las
costumbres tradicionales pesan aún una enormidad, donde en teoría usted
no va a poder entrar a una mezquita de Marrakech, y sin embargo usted
puede detenerse respetuosamente ante una de ellas, oyendo los cánticos
que vienen del interior, y no se sorprenda si lo invitan a entrar (si
lleva una vestimenta "no excéntrica"...) También algún amigo
le aconsejará que si usted llega en el Ramadán, procure no comer en
público en las horas no permitidas, y sin embargo podrá hacerlo en casi
todos los restaurantes de Marrakech, servido por gentes locales
respetuosas de su religión, e incluso podrá comer ostentosamente en las
terrazas a la vista de todo el mundo en la Plaza de Jemáa el Fna.
Verá mujeres ocultas por el velo e
incluso por el burka, y verá jóvenes muy bellas atendiendo comercios
modernos o dirigiendo mas de un riad con expertas manos de ejecutiva.
Verá tullidos y gentes en situación de extrema pobreza, apostados junto
al vehículo de fabricación alemana mas caro. Y podrá pasear por las
angostas calles de la medina, inundadas de comercios locales y
turísticos, atestadas de gentes que rebuscan baratijas en su bazar
semanal o compran a lo mayorista pieles malolientes, podrá incluso
visitar fabricas tradicionales donde curten esas pieles, ventilándose de
olores con una ramita de hierbabuena por gentileza local, o podrá jugar
al golf y alucinar un poco en el Club Real (si se aloja en hotel
apropiado, por ejemplo), o simplemente pasear de noche en el enorme parque
de olivos, sin que nadie le moleste por ello, del hotel Mammounia.
También puede elegir entre sentarse
a degustar desde un simple zumo de naranja a variopintas viandas locales,
en alguno de las docenas de puestos que inundan la Plaza de Jemáa desde
el anochecer, o probar una buena y sin embargo barata "tajine"
en un extremo de esta plaza, en la terraza a la calle frente a la pequeña
mezquita que da a Bab Fteuh, y cruzar conversación con alguien que acaba
de llegar de cruzar el Atlas, o podrá sentarse (y pagar precio europeo)
en alguno de los magníficos restaurantes dignos de la Guía Michelin.
Cuando esto se escribe, acabamos de ratificar que Al Fassia, en el 232 de
la Avda Mohammed V, es de lo mejor de la ciudad (si le gusta el cordero
asado, aún no ha aprendido lo que es "a la marroquí", por
ejemplo). Tradicional, el restaurante Dar Mounia, en la calle Khalifa
Otmane Bd El Yarmouk Hivernage, con menú turístico, que: incluye vino,
agua y servicio, así como danzas y música. Ambos a precios
"europeos".
¿Donde dormir? Donde usted quiera.
Tiene casi todas las cadenas de hoteles con representación aquí, tiene
campings en buenas condiciones y tiene "casas con habitaciones"
a su criterio, y según sus ganas de "sumergirse" en el país. Y
tiene los riads, una auténtica delicia, cara en época alta, muy
asequible fuera de temporada. Aquí tienen algunas direcciones útiles:
Si es usted occidental
"adicto" al alcohol, podrá deshabituarse sin problema, salvo
que se hospede en un hotel igualmente occidental; tomarse una simple
cerveza por la medina, es mas difícil que meterse un buen escocés en
medio del Sahara...Pero podrá beber lo que quiera en los hoteles, en
restaurantes a partir de un cierto nivel, y en bastantes pubs y bares por
la zona del Guéliz. Se acostumbrará al té: esta bebida en Marruecos es
una herencia inglesa, dicen, aunque no está muy claro que pintan los
ingleses aquí, pero es cierto que se trata de té verde, a la marroquí,
que es hecho con el mimo que Alá manda, y "a la menta", que en
nuestro idioma realmente está hecho "a la hierba buena". Y se
usa para casi todo y a toda hora y lugar.
Al atardecer es buena hora para
relajar los músculos tras un día de caminar, y los baños los "hamman"
son una buena opción; su sistema es el baño turco, o mejor a la turca,
ya que tiene tanto ritual como el original, ni instalaciones tan
impactantes, pero pruébelo y lo agradecerá. Los hay por toda la medina,
y tan solo se ha de atender al cartel de la entrada, si son de hombres o
mujeres y los horarios (olvídese si pretendían entrar en parejita...).
El propio sistema de vapor garantiza una adecuada higiene del lugar, pero
si es usted tikismikis puede irse hasta las cercanías de la Mayorelle, en
el Guéliz, donde encontrará con el mismo nombre un local mas
laboratorio, sin la "sustancia" de lo viejo.
Y cuando llega la noche, puede
elegir entre locales mas o menos ruidosos a la occidental, donde tomarse
una copa o bailar, en cualquiera de los grandes hoteles: desde lucirse a
sí mismo/a en la Mammounia, al ambiente juvenil en Le Charleston, plaza
Abd el Moumen Ben Alí, zona alta de el Guéliz. Puede alargar la noche en
alguno de los restaurantes mas o menos rimbombantes que ofrecen también
un espectáculo de músicas tradicionales. Sentarse en una terraza en
cualquier lugar y ver como el mundo pasa ante sus ojos, con un té,
incluso con un excelente dulce o helado (la Pastelería des Princes está
en Bab Agnaou, muy cerquita de Jemáa el Fna. Subirse a una calesa es un
lujo aún barato, romántico en compañía, o perfecto para mirar y
charlar, con un recorrido nocturno por las murallas iluminadas. O
simplemente, disfrutar de ese "Patrimonio oral de la Humanidad"
que entre otros consiguió Goytisolo para la espectacular noche de la
Plaza Jemáa el Fna: si ya la vio de día, con las bobaditas de falsos
aguadores cobrando por dejarse hacer una foto, como los encantadores de
serpientes sin demasiada gracia, en la noche es otra cosa, pues el
espectáculo, los espectáculos, son realmente para las gentes locales, y
hechos por gentes locales o llegados desde otras regiones en una
farándula en la que perviven ancestros de varios siglos, y aún son
reales los contadores de cuentos que transmiten cultura local (no
entenderemos ni palabra, pero la gesticulación y escenografía en sí
misma dice mucho), y son reales los grupos de músicas bereberes, los
saltimbanquis, y los guiris como usted y como yo, dando vueltas hasta las
tantas, sin recordar que el amanecer se aproxima...
Buenos días a todos. Esto es
Marrakech.
Vídeo
1
(Plaza Jemáa el Fna)
(pinchar en foto para
visualizar vídeo) |
Vídeo 2
(Plaza Jemáa el Fna)
(pinchar en foto para
visualizar vídeo) |

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Nota: La visualización de los vídeos precisa conexión de alta
velocidad y ¡¡paciencia!!.
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3.- UN POCO DE TODO
3.1- Marruecos exige pasaporte. Se lo
pedirán a la entrada y a la salida del país, en los embarques de
aeropuertos, se lo sellarán, compararán su foto con su cara cuarenta
veces y puede que le hagan preguntas absurdas, sin mas sentido todo ello
que expresar una peculiar forma de la policía marroquí por dar la
bienvenida al visitante. Si es su caso, simplemente pase del
tema...También es cierto que si necesita ayuda en algún momento se la
prestarán, sin agobiarse, pero se la prestarán.
3.2- Llegar a Marrakech desde España
es cada día mas fácil. Por carretera se llega en autopista hasta
Casablanca y de allí por carretera, 235 km más. Pero, para visitar solo
Marrakech y entorno, el avión es lo mas fácil; desde Madrid hay varias
compañías con vuelos incluso directos, o con escala en Casablanca. Por
cierto, Royal Air Marroc no solo es una buena compañía, sino incluso la
atención en vuelo ya la quisieran otras compañías bandera, y con buenas
ofertas. Utilice contrataciones Internet a través de las compañías o
los habituales operadores, buscando y comparando.
Así como referido a otros
transportes locales, como tren o autocar, al menos para llegar hasta
Marrakech desde la frontera española, en general huya de ellos, salvo que
sea usted muy aficionado a la etnografía...
3.3- Algunos tópicos marroquís en
Marrakech.
Los franceses son una omnipresencia
en Marruecos, especialmente en las ciudades, especialmente en Marrakech.
No solo como turistas, sino como principales inversores y propietarios. En
los hoteles, en la industria, en el comercio "moderno", en los
riads: Marrakech, Fez y otras ciudades esconden en sus medinas cientos de
pequeños palacetes de épocas "cortesanas", un patio arbolado,
un par de pisos aporticados al patio con estancias que abren a él, y que
franceses inversores, con excelente vista comercial, han ido comprando y
restaurando, en general con criterios bastante respetuosos, y
convirtiéndolos en pequeños hoteles absolutamente singulares, con apenas
cuatro a ocho habitaciones la mayoría; fuera de temporada, puede
encontrarse con todo el riad para usted, atendido por tres o cuatro
personas, incluido un chofer con coche que podrá alquilar para alguna
excursión cercana. No se deje impresionar negativamente por lo recóndito
de los accesos a estos establecimientos, y espere a disfrutar del
interior, las habitaciones, los salones, el patio con piscina o las
terrazas con jaima, según los casos, ni se deje llevar por el peso de lo
francés, es mas le atenderán marroquís. Y cuando vuelva a las
callejuelas de la medina, desde las tiendas le reclamarán de continuo y
en castellano: enseguida le diferencian del francés.
Comprar es la obsesión del
occidental, y en todo Marruecos lo saben. Y el profeta de las compras es
el español, preferiblemente española. El tópico es mas bien que al
occidental le sobran dólares o euros y nada en la religión musulmana les
impide tratar de sacárselos de forma lícita siempre, y lo mas rápido
posible. Y comprar consiste en dialogar, en demostrar agudeza mental,
capacidad de negociar y paciencia, algo que en España casi se ha perdido,
pero que aún podemos re-encontrar en nuestra genética....El método es
válido tanto para comprar unas simples babuchas, como 50 camellos. Le
venderán hasta lo que usted ni se imagina pueda existir, incluido
reliquias de algún santo cristiano insospechado, hasta el Viagra natural
marroquí. ¿Un truco sencillo? Compre fuera de horas de máxima
afluencia, sobre todo a última hora del día, cuando el marroquí está
ya cansado ¡ajá!, y si usted aún es hábil, comprará muy, muy, muy por
debajo del precio de salida. (Pruebe y seguro que nos enviará una
comisión de agradecimiento al E-mail de este web).
La religión. Marruecos es un país
religioso. También hay mucho tópico. Las costumbres se relajan en las
clases, familias o personas mas relacionadas con el turismo, los negocios,
etc. De todas formas, el Ramadán es un periodo curioso para conocer el
país, y cómodo incluso en lugares como Marrakech, ya que la opción de
comer o beber a cualquier hora está siempre disponible, mientras que por
ejemplo en el interior del país es a veces muy complicado. Por cierto, el
Ramadán dura un mes "lunar", se rige por la "Hegira"
o calendario musulmán de 28 días por mes, y por tanto no coincide todos
los años en la misma fecha del calendario "occidental", por la
diferencia de días por mes; durante el Ramadán el musulmán no come ni
bebe, ni puede alterar en ninguna forma el equilibrio de su cuerpo,
mientras el sol está visible en el cielo. Una consecuencia muy atractiva
para nosotros es por tanto, presenciar el atardecer y el fin del ayuno y
abstinencia de todo, y vivir la noche.
La gastroenteritis. Tomar té es una
garantía de salud para nuestro muy delicado sistema intestinal, que al
parecer ha perdido muchas defensas, visto el "ambiente general"
del país, y la facilidad con la que los guiris nos aficionamos a los wc
en este país. Usaremos agua embotellada, huiremos de los helados, etc,
pero mas pronto o mas tarde algo ocurrirá...¿Recuerdas aquella ensalada?
Claro, cariño, pero es que estaba tan apetitosa...¿Y tú por qué
echaste hielo al wisky? Bueno, no se agobien, lleven un antidiarreico en
su maletín, que en el 99% de los casos, se tratará de episodios leves.
La comida marroquí es excelente,
muy pronto descubrirá que su relación con la cocina española es mas que
un tópico, y a pesar del tiempo transcurrido desde "la
reconquista", a pesar de la importante presencia de especias aquí,
los productos, incluso su apariencia cocinada, le resulta muy familiar.
Relacionándose también, como no, con aportaciones de la cocina francesa,
en los puntos de cocción y en la búsqueda de nuevos sabores, y en la
presentación cuidada. Encontraremos el sabor de lo conocido con los
dulces, y la almendra como gran protagonista. Con los asados de todo tipo
de carnes (excepto cerdo, lógicamente), que gran cordero preparan en Marruecos en general, y en particular en el Atlas y su capital culinaria,
Marrakech. Con las verduras y ensaladas. Incluso el couscous no nos es tan
ajeno, el uso de la sémola ha pervivido en España. Y aún nos quedan por
descubrir los tajine, esos magníficos platos guisados en su peculiar
cacerola de barro "todo en uno", con carnes a elegir, verdura,
sémola, etc, y que constituye el mas popular plato tradicional del país.
Y los vinos, también Marruecos se apunta a la cultura de los buenos
vinos, y la influencia francesa ha llenado campos de las llanuras medias,
de cabernet sauvignon y de merlot que producen excelentes caldos.
3.4- Vivimos un ritmo tan acelerado
de vida en Occidente, que una semana en Marrakech puede parecer un exceso;
desde luego, y con las temperaturas de agosto, es un disparate, pero no
mas que en cualquier otro lugar del Magreb interior. Si puede, viaje fuera
de temporada alta, en primavera, en otoño, incluso en invierno el clima
puede ser suave. Y la ciudad puede vivirse y conocerse muy bien en una
semana, incluso haciendo alguna excursión cercana, hacia las cascadas del
Ouzoud, dirección este, o hacia el sur al valle del Ourika: en ambos
casos conocerá ambientes rurales, con naturalezas sorprendentes en
Marruecos y se acercará hacia el mítico Atlas. Conocer el Atlas es otra
cosa, no se aventure a la ligera, sin mapas y documentación adecuada al
menos y sin disponer de varios días.
El valle del Ourika es una bonita
excursión de un día, recorriendo el curso de este río hasta su origen
en las cascadas del mismo nombre, a las que se llega desde Setti-Fatma,
donde le espera un pequeño centro turístico y el habitual despliegue de
amables guías locales, que le pueden ofrecer varios circuitos a pie por
las montañas circundantes, pudiendo elegir desde una hora a las cascadas
mas cercanas, hasta 4 ó 5 horas en el circuito completo; asegúrese, si
llega en día de mucho público, del guía que contrata y que su precio
sea en torno a los 100 dirhams. Si es mas aventurado, contrate un guía
para una excursión de tres o cuatro días, si lleva medios apropiados,
para llegar hasta perdidos pueblos como Timichi o los grabados rupestres
del Yagourt; diríjase para ello en la carretera de llegada, la S513, a
unos 32 km de Marrakech, al Centro de Información Turística, donde
encontrará también completa información del valle y montañas.
De todas formas, es interesante Dar-Caid-Ouriki y su zoco bereber los lunes (a la salida, en Trine l’Ourika),
el paisaje, las tiendas que de vez en cuando salpican la carretera, y el
ambiente general, a veces aún triste y pendiente de un río caprichoso
que en 1995 causó una gran catástrofe en el valle, con restos de ella
aún presentes.
4.- LA CIUDAD Y SUS MONUMENTOS
La ciudad histórica, la medina, con
sus callejuelas y zocos, es muy diferente de la ciudad "nueva",
el Guéliz y la zona periurbana del siglo XX. El punto de referencia de la
ciudad vieja, es Jemáa el Fna, mientras que para el Guéliz será la
Avenida de Mohamed V. Y fuera, los barrios o expansiones mas recientes,
más allá de las murallas.
Marrakech como ciudad árabe es
significativa en sus monumentos palaciegos o religiosos, y visitarlos es
casi imposible, mas allá de aquellos edificios transformados a otro uso:
las mezquitas son inaccesibles a los no creyentes, y los palacios reales
siguen vinculados a la monarquía.
4.1- De los edificios religiosos, la
Koutoubia, minarete y mezquita son el elemento mas conocido de Marrakech,
emparentados como originales de donde surgió la Giralda sevillana. La
mezquita es también una referencia del arte decorativo hispano-musulmán,
de una gran riqueza interior, con trabajos irrepetibles en las escayolas,
maderas y mármoles. Es la segunda mezquita, construida, (la anterior
reaparece en excavaciones al otro lado del minarete) y su belleza debió
ser obligada ante la decisión de tirar la anterior por su mala
orientación en relación con la Meca; es su elección si intenta en
actitud religiosa y vestido adecuadamente dar un vistazo al interior: ni
se le ocurra asomar una cámara fotográfica mas allá de la entrada. El
minarete es un faro para orientarse en la ciudad, y el símbolo de la
ciudad, construido antes que la actual mezquita y acabado a finales del
XII, en tiempos de Al-Mansur; tiene una disposición de seis salas en
altura, enlazadas por rampa válida para caballerías y con el remate de
la linternas y de cuatro bolas "de oro puro y sostenidas por los
planetas" según una leyenda original y que mataría a quien se
atreva a profanar tales bolas, realmente hechas en cobre.
La época saadi, ya hemos mencionado
al principio, supuso un periodo de esplendor para Marrakech, que se
superpuso sobre la ciudad anterior macándose perfectamente con el paso
del tiempo. De finales del s.XII procede la puerta o Bab de Agneou, que da
acceso a la vieja alcazaba almohade presidida por la mezquita de El
Mansour (recordemos al citado Yaqub el Mansour-Almanzor el Victorioso, que
derrotó a los cristianos españoles en Alarcos); la mezquita es
inaccesible y el Palacio de El Badi, hoy es una ruina romántica en la que
todos los años se celebra el afamado Festival de Folkrore de Marrakech..
El entorno de la mezquita, y la Rue de la Kasbah es hoy uno de los lugares
mas angustiosos para el turista asediado por los vende-cualquier-cosa, o
amigo-amigo-barato-barato, pero no hay otra alternativa de paso hacia la
callejuela a la derecha de la mezquita, por la que se accede a las Tumbas
Saadíes, la siguiente dinastía reinante, tras almohades y benimerines.
No sea usted superficial, en este rincón urbano, en este recoleto jardín
de inmensos árboles, se encuentra uno de los mausoleos mas respetados del
país, y también la mejor arquitectura hispano-árabe que va a poder ver
en Marrakech, fruto ya de siglos de convivencia e intercambio cultural
para cuando esta sucesión de construcciones se llevaron a cabo, con la
colaboración de varias generaciones de musulmanes expulsados por la
Reconquista española y que aquí supieron dejar la huella del trabajo
sobre el mármol, las escayolas y las maderas nobles. Desde la entrada, a
la izda, la Primera Sala es un oratorio de tres naves, con el mihrab al
fondo, incrustado en el muro de la qibla, con artesonado de estalactitas y
base de madera de cedro trabajada; la Sala Central se dibuja sobre 12
columnas en una composición perfecta que articula los diferentes
espacios, desde el suelo donde se alojan las tumbas de Al-Mansur (en el
centro) y su familia, hasta las galerías y los artesonados de cedro del
techo, con los encintados de transición de cerámica y estucos decorados
con versos coránicos y geometrías; desde esta Sala, se accede a la Sala
de los Tres Nichos, por puertas laterales, recargada en decoración y que
aloja tumbas infantiles. Separado, está el volumen cuadrado de la "kubba
de Lalla Messauda", madre de Al-Mansur, almohade de origen y por
tanto algo anterior a lo que hemos visto anteriormente; la galería
exterior, techos y mármoles van generando una transición hacia el
oratorio central donde está enterrada la venerada madre.
El otro edificio en origen religioso
es la Madrassa de Ben Youssef, edificio de origen benimerin, mediado el
s.XIV, aunque lo que hoy puede verse procede de una reconstrucción saadí
de mediado el s.XVI, en que el Mulay Abdallah hizo de esta "escuela
coránica" la mas importante del occidente musulmán. Ha sido
recientemente restaurada como Museo. La transición desde la gran portada
del acceso es un estudiado ejercicio de "introducción hacia un mundo
interior", aun mas reflexivo a su vez hacia las escaleras, los
pequeños y recoletos patiejos interiores y las habitaciones; o bien hacia
un mundo de relación interior y reflexión, en el gran patio a la
derecha, el sonido del agua en la fuente y las profusas y ricas
decoraciones hispano-árabes de los cedros y los estucos labrados.
También, una gran arquitectura recuperada gracias a la acción y el
mecenazgo privado.
Y junto a la Madrassa, a su lado,
está el Museo de Marrakech, instalado en el Palacio de un Ministro del
sultán a finales del s.XIX: caligrafía árabe, grabados, monedas y
cerámica componen sus colecciones, junto a un despliegue decorativo
notable del palacio, quizás exagerado.
Frente mismo está la mezquita de
Ben Youssef, almorávide de origen, reconstruida también por los saadíes
y aún remodelada en el XIX. Una vez mas, no visitable. Frente a ella,
está la Kubba de Ba’Adiyn, un resto de la mezquita original,
auténticamente desenterrada hace 60 años y que muestra el nivel del
suelo en la ciudad hace 8 siglos.
Por detrás de la Kubba, se
desarrollan algunos de los zocos mas atractivos, diversos y confluidos de
la ciudad, en dirección hacia la Mezquita de Moussine, cobre, hierro,
tintoreros y cuero; de todo en las antiguas kisserias que se cierran en
horario nocturno (atención), y hacia Sidi Ishak, zocos para
"aborígenes locales" (déjese aplastar) y la plaza Rahba Kedima
igualmente sorprendente en su fauna humana y animal (se vende todo tipo de
bichos, legales o no)
4.2- Entre los edificios palaciegos
visitables, sobresale el Palacio Bahía, un derroche de imaginación
decorativa y de medios, que sorprende aún mas sabiendo que su origen es
muy reciente. Para localizarlo, debemos regresar hacia la zona de El Badi,
del que le separa el antiguo Barrio judío o Mellah, original del s.XV y
hoy musulmán en gran parte, tras el éxodo de finales de los años 50 y
los 60 del pasado siglo, hacia el nuevo Israel. La cercana Plaza de los
Ferblantiers, nueva, acoge también un mercado de productos en hierro; al
fondo de la misma, Bab Berrima, precisamente la puerta al barrio judío,
coronada de cigüeñas actualmente. Frente al Palacio, en la esquina, el
zoco de los joyeros, regentado y fundado por judíos, está hoy en
decadencia..
Todo el Palacio de Bahia (la
Brillante) es de una sola planta, construido en apenas 10 años, al final
del s.XIX por Si Musa, Visir sucesivamente de dos sultanes, proyectado y
dirigido por el arquitecto Muhammad Ben Makki el Misfui, un ecléctico con
gran dominio de la arquitectura clásica y el gusto árabe-andaluz; la
riqueza del palacio manifiesta la capacidad acaparadora de riquezas de los
gobernantes de fecha aún tan reciente, así como un poder ilimitado: el
palacio de construyó sobre propiedades particulares que fueron
progresivamente expulsadas, y de ahí su forma extensiva e irregular sobre
casi 80.000m2. El conjunto es una sucesión de patios que permiten
tránsitos entre ambientes y usos diferenciados, de conseguido contraste y
maestría, en una progresión de magnificencia cuya cumbre se alcanza en
la Sala del Consejo, y el inmenso patio clasicista de 50x30 m de finas
columnas, rematado al fondo por la Sala de Honor, ricamente decorada, y a
la izquierda el intimista patio romántico y habitaciones mas privadas.
Por cierto que, al parecer, el Visir era un hombre de gran capacidad
política, organizativa y de relación con los sultanes, sus señores,
pero apenas si medía 1,40m, razón por la que prefirió un palacio amplio
de acuerdo a su rango y riqueza, pero de una sola planta; y dice la historia que hasta el sultán envidió su gran casa, al punto que a su
fallecimiento en 1900, el propio sultán ordeno vaciar el Palacio Bahía y
trasladar sus riquezas a su propio Palacio.
Otro edificio que reúne la
condición de Museo de Arte Marroquí, es el Palacio de Dar Si Said
(consultar plano, desde el Palacio Bahía, en dirección a la Plaza Jemáa,
un tanto escondido entre callejuelas), otro inmueble del mismo periodo que
el anterior palacio, mucho mas modesto, y con un contenido museístico de
tipo etnográfico, en el que lo mas destacable son las salas de ropajes y
de joyas bereberes.
4.3- Ya fuera de la medina, es visita
obligada la Mayorelle, una pequeña joya naïf construida a partir de 1920
por un pintor francés aquí radicado Jacques Mayorelle, y que ambientado
en el exotismo de la ciudad, fue capaz de crear uno de los rincones mas
pintorescos del Marrakech actual, salvado tras años de abandono por otro
francés ilustre, Yves Saint-Laurent, que ha encontrado sin duda aquí un
lugar ideal para sus fantasías personales. La casa original del artista
acoge un pequeño museo, y la que es propiamente usada por el modisto,
corresponde a la torre y pabellón al norte de la finca, con la mitad del
exótico jardín reservado. La Mayorelle es hoy un lugar de procesión en
Marrakech, desde estudiantes y artistas pintores a devotos de Saint-Laurent
y turistas en general, por lo que puede ser agobiante la visita. No
obstante, y con calor, es uno de los lugares mas frescos y soportables de
la ciudad.
En el entorno de la ciudad,
recomendamos no dejar de visitar la Menara. Otro fresco lugar, compuesto
de un inmenso olivar, un lago artificial, de origen almohade, allá por el
siglo XII, y un pequeño pabellón sobre el agua en homenaje a una
princesa como no podía ser menos; en el lago se celebran espectáculos
diversos en toda época, y el paseo en su entorno es agradable, la ciudad
y el Atlas al fondo. Tiene como curiosidad, comprobar la capacidad
ingenieril vinculada con el agua de los árabes: Marrakech es verde
gracias a las jettaras, pozos de irrigación entrelazados por
kilométricos canales subterráneos que traen el agua desde kilómetros,
aprovechando el desnivel natural de las montañas al valle, y de los que
aún hoy se ocupan en mantener auténticos batallones humanos de poceros.
Para llegar a la Menara habremos
necesitado un taxi, que podrá después llevarnos rodeando la muralla de
la ciudad, hasta el extremo opuesto, al Palmeral, el mas inmenso ejemplo
de los sistemas de riego que abarca 130.000.000 m2, y en proceso de grave
deterioro, tanto por la presión inmobiliaria como por abandono del
palmeral en sí mismo; el subsuelo cede con grandes socavones que arruinan
redes subterráneas, las palmeras se secan y el lugar sigue proporcionando
la posibilidad de su ocupación por viviendas de gran empaque: incluso los
pequeños propietarios que malviven en chabolas de mala muerte de una
agricultura primitiva y sin agua, obtienen beneficio, pudiendo trasladarse
a los barrios humildes del entorno de Marrakech. Y un poco más allá, en
el límite norte del palmeral, hoteles inmensos de grandes piscinas y el
Golf Palace, también club ecuestre.
No podemos terminar sin citar un
nuevo contraste de esta ciudad de contrastes: en nuestro caminar por
Marrakech habremos encontrado quien nos habrá ofrecido visitar alguna
alfarería, una tintorería de lanas y telas con tinturas naturales (que
nos venderán a precio de oro en polvo), o un taller de cueros,
probablemente el descenso al submundo social mas impactante que pueda
hacerse en Marruecos, y en el Africa pre-sahariana, donde se mantiene aún
el sistema de encurtido y limpieza a base de cal viva, ácido sulfúrico,
sal y tintes potentes; en esos barrios pestilentes y entre esos productos
se mueven mayores, jóvenes y casi niños sin ninguna protección,
malviven y duermen incluso sin esperanza a nada, simplemente para que sus
productos acaben vendidos en subastas y convertidos en trabajos de
marroquinería barata para turistas...Y en el otro extremo de la ciudad,
en el borde del Guéliz, en los riads de la medina, los turistas disfrutan
de su capacidad de compra en el lujo por ejemplo de un Mammounia en
decadencia según al menos quienes recuerdan mejores tiempos de este hotel
de las mil y una noches en el que han recalado reyes, escritores, artistas
y estrellas del cine de todos los tiempos.
Esto ha sido Marrakech. Siempre
estará aquí.
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